La reciente detención de Ismael ‘Mayo’ Zambada, uno de los líderes más poderosos del cártel de Sinaloa, en El Paso, Texas, ha generado controversia y tensión entre los gobiernos de México y Estados Unidos. Zambada, quien fue arrestado el 27 de julio junto a Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, aseguró en una carta que fue secuestrado y llevado contra su voluntad a territorio estadounidense.
El capo detalló en su misiva, compartida por su abogado, que fue emboscado en Culiacán durante una reunión en la que esperaba resolver diferencias con líderes políticos locales. Según Zambada, fue sometido y llevado a Estados Unidos bajo coacción, contradiciendo versiones que sugieren su entrega voluntaria. La carta ha arrojado nueva luz sobre su captura, que ha tomado por sorpresa tanto a autoridades mexicanas como estadounidenses.
El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, confirmó que Zambada fue llevado contra su voluntad y describió el incidente como una “operación entre cárteles”, lo que refuerza la teoría de que uno de los «Chapitos» entregó a Zambada en un acto de venganza. Estas declaraciones han calmado parcialmente la indignación del gobierno mexicano, que inicialmente no fue informado ni consultado sobre la operación, lo que provocó fricciones diplomáticas.
La detención de Zambada podría desencadenar una lucha interna por el liderazgo del cártel de Sinaloa, así como exponer posibles acuerdos y tensiones entre los cárteles y las autoridades estadounidenses. La situación pone de manifiesto la fragilidad de la colaboración entre México y Estados Unidos en materia de seguridad y combate al narcotráfico, un tema de extrema sensibilidad para ambas naciones.