Con centenares de burócratas, personal académico y estudiantes rigurosamente controlados y seleccionados, se llevó a cabo el fastuoso y millonario Tercer Informe de la rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Dra. Lilia Cedillo Ramírez.
En un evento multitudinario celebrado en el Complejo Cultural Universitario, la máxima casa de estudios cumplió con sus objetivos principales: impresionar al gobernador electo Alejandro Armenta Mier y dar un ruidoso destape a la reelección de la doctora Cedillo.
De acuerdo con testimonios, personal académico, estudiantes y administrativos fueron convocados y seleccionados previamente por las diversas unidades académicas bajo la tutela y sutil control de la Secretaría General.
Solo los grupos allegados, los de confianza, quienes pudieran asegurar lealtad y voluntad hacia la actual administración central de la universidad, fueron cuidadosamente acreditados y ubicados en el auditorio del CCU.
Casi dos horas antes del evento, en medio de batucadas y porristas, las y los invitados eran colocados en largas filas, encabezadas por personas con banderines de colores que coincidían con discretas estampillas circulares colocadas en los gafetes. Así, además del Consejo Universitario, directivos y la burocracia de la BUAP, fueron accediendo las personas de confianza de la universidad: secretarias, administrativos, operadores, estudiantes y allegados, cuya consigna era la misma: aplaudir y vitorear a la rectora. Todos estaban organizados en bloques perfectamente estructurados por los anfitriones.
En los minutos previos llegó el desfile de personas invitadas. Arribaron los exrectores —mencionados por la rectora en sus saludos iniciales—, con la clara y no sorprendente ausencia de Alfonso Esparza Ortiz. También llegaron diputadas y diputados locales, diputadas federales, el arzobispo Víctor Sánchez, rectores de otras universidades y miembros del gabinete estatal.
La esperada llegada del gobernador electo, Alejandro Armenta Mier, acompañado del alcalde electo de Puebla, José Chedraui, eclipsó la del gobernador constitucional saliente, Sergio Salomón Céspedes. Su presencia, luego de la reunión previa de días pasados, confirma la buena salud de la relación institucional con el gobierno entrante.
Ataviada con un discreto conjunto blanco y negro, la rectora inició la presentación de su informe con los saludos políticos protocolarios y un muy breve mensaje introductorio, que dio paso a un largo video con una desordenada presentación de los logros y acciones de su administración.
Una superproducción, con videos, testimonios y diálogos escenificados, que mostraron un pobre guion carente de datos duros, continuidad y síntesis, lo cual impidió destacar los avances del tercer año de la rectora al frente.
Mientras tanto, en la sillería, algunos grupos organizaban gritos, aplausos y porras espontáneamente inducidos. La atención al video por parte de la audiencia era escasa; los celulares, las redes sociales y el WhatsApp de los asistentes eran interrumpidos por vítores.
Al finalizar la proyección, la doctora Lilia Cedillo concluyó su informe con frases de unidad y trabajo: «Juntos nos comprometimos», «Juntos estamos cambiando vidas», «Juntos superamos cualquier obstáculo». Estas arengas fueron parte de la campaña proyectada y dichas por la rectora. Sin embargo, el discurso parecía ajeno al lenguaje incluyente y fuera de lugar en tiempos en que la primera presidenta mujer enfatiza su condición de «PresidentA» y «ComandantA». Esa omisión no es un descuido menor de su equipo, sobre todo tratándose de la primera rectorA mujer de la máxima casa de estudios.
Cuando las últimas arengas fueron lanzadas —»Juntos podemos construir un mejor futuro»—, al celular de algunos operadores llegó la instrucción. Docentes y alumnos se levantaron de forma casi ensayada a gritar al unísono «¡Reelección, reelección!».
Tras el final del mensaje de Lilia Cedillo, los asistentes se dirigieron a las afueras del auditorio. Unos iniciaron una numerosa e interminable fila de espera para lograr una foto con la rectora, quien fue colocada en el centro de un espectacular escenario donde grupos y personajes esperaron hasta 50 minutos para encontrarse con ella.
A las afueras del auditorio se instaló una impresionante carpa con centenares de mesas y sillas tipo «lounge», donde desfilaron botellas de jugo de manzana espumoso Martinellis, canapés y bocadillos accesibles para toda persona que se acercara.
Fueron repartidos centenares de ejemplares con el dossier del informe, llaveros con la figura de la rectora y gorras con la inicial de Lilia Cedillo y una curiosa letra «D» dentro de un corazón que hacía referencia a la DASU (Dirección de Atención y Seguridad).
No se escatimó en nada. Video mapping, escenarios, playeras, distintivos, medios, etc. Nada se salió de control. La rectora inició su destape hacia la reelección, hacia una nueva etapa de relación con los nuevos gobiernos y hacia la consolidación de un grupo político que no dejará ir el poder y control de la universidad tan fácilmente.